lunes, 17 de marzo de 2014






- Maestro, ¿qué debo hacer para no irritarme? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes, otros indiferentes. Siento odio por aquéllas que son mentirosas y sufro con aquéllas que calumnian.

 

- ¡Pues, vive como las flores! Advirtió el maestro.

 

- ¿Qué es eso de vivir como las flores? - preguntó el discípulo.

 

- Pon atención a esas flores, continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.

 Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los problemas de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse.

 Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera.

 Esto, es vivir como las flores…

jueves, 6 de marzo de 2014

 
 

EL PROBLEMA

Cuenta una leyenda que en un monasterio budista ubicado en una ladera casi
inaccesible de las frías y escarpadas montañas del Himalaya, un buen día uno
de los monjes guardianes amaneció sin vida.

Le hicieron los rituales tibetanos propios para esas ocasiones, llenas de profundo
respeto y misticismo.
Sin embargo, era preciso que algún otro monje asumiera las funciones del
puesto vacante del guardián. Debía encontrarse el monje adecuado para
llevarlas a cabo.

El Gran Maestro convocó a todos los discípulos del monasterio para determinar
quién ocuparía el honroso puesto de Guardián.

El Maestro, con mucha tranquilidad y calma, colocó una magnífica mesita en el
centro de la enorme sala en la que estaban reunidos y encima de ésta, colocó un
exquisito jarrón de porcelana, y en él, una rosa amarilla de extraordinaria
belleza y dijo:

- "He aquí el problema".
- "Asumirá el puesto de Honorable Guardián de nuestro monasterio el primer
monje que lo resuelva".

Todos quedaron asombrados mirando aquella escena: un jarrón de gran valor y
belleza, con una maravillosa flor en el centro.
Los monjes se quedaron como petrificados, en el más respetuoso silencio,
hundidos en sus interrogantes internas...

¿Qué representaría ese bello jarrón con flores?
¿Qué hacer con él?
¿Cuál podría ser el enigma encerrado en tan delicada belleza?
¿Simbolizaría acaso las tentaciones del mundo?
¿Podría ser algo tan simple como que necesitara agua la flor?

Eran tantas preguntas...

En momento determinado, uno de los discípulos sacó una espada, miró al Gran
Maestro, y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y...

Zas!! Destruyó todo de un sólo golpe.

Tan pronto el discípulo retornó a su lugar, el Gran Maestro dijo:

- "Alguien se ha atrevido no sólo a dar solución al problema, sino a eliminarlo.
Honremos a nuestro nuevo Guardián del Monasterio".

En realidad, poco importa cuál sea el problema.

Hay problemas cuyo aspecto nos confunde, pues halaga los sentidos.

En el fondo sigue siendo un problema.

Si un problema, es exactamente eso: un problema, y precisa ser eliminado, no
importa que se trate de una mujer sensacional, o de un hombre maravilloso o
de un gran amor que se ha esfumado; por más hermoso que haya sido la
experiencia que has vivido o lo significativa que haya sido la persona con quien
has estado, si no existiera más sentido para ello en tu vida, tiene que ser
eliminado.

Muchas personas cargan la vida entera el peso de cosas que fueron importantes
en su pasado y que hoy solamente ocupan un espacio inútil en sus mentes,
espacio que es indispensable para recrear la vida.

Un antiguo proverbio Chino dice:
"Para que tú puedas beber vino en una copa que se encuentra llena de Té, es necesario primero
tirar el té, y entonces podrás servir y beber el vino".

Limpia tu vida, comienza por las gavetas, armarios, hasta llegar a las personas
del pasado que no tienen más sentido que sigan ocupando un espacio en tu
mente.

Exígete a ti mismo lo que te gustaría exigirles a los demás, y a los demás déjalos
tranquilos sin esperar NADA de ellos.
Así te ahorrarás disgustos.

No te quejes con tu Dios diciéndole que tienes un gran problema, dile a tu
problema que tienes un gran Dios.

DESCONOCIDO