domingo, 12 de mayo de 2013
sábado, 4 de mayo de 2013
El carpintero
que había contratado para ayudarme a reparar mi vieja granja, acababa de
finalizar su primer día de trabajo muy duro. Su cortadora eléctrica se había
dañado y le había hecho perder una hora de su trabajo y ahora su antiguo camión
se negaba a arrancar.
Mientras
lo llevaba a su casa, permaneció en silencio Una vez que llegamos, me invitó a
conocer a su familia.
Mientras
nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol,
tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Al entrar en su
casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía
plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa.
Posteriormente me acompañó hasta el auto.
Cuando pasamos
cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando
entramos. -"Ese es mi árbol de los problemas",
contestó. "Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo,
pero hay algo que es seguro: los problemas no pertenecen a mi casa, ni a mi esposa,
ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada
noche cuando llego. Luego a la mañana los recojo otra vez."
"Lo
divertido es... -dijo sonriendo- que cuando salgo a la mañana a
recogerlos, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la
noche anterior".
Si tiene
solución, ¿para qué te vas a hacer problema?
Si no
tiene solución, ¿Para qué te vas a hacer problema?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)